Caminar Altavista permite ver casas viejas y hablar con las personas. Esa aguapanela que le dan a uno las abuelas del territorio, me recuerda la mía.
Me gustan las historias que cuentan esas personas que tienen 80 o 90 años. Cuando una las visita ellas recuerdan cómo molían el café, todavía hacen arepas y se puede uno comer una con mantequilla y queso