La agri-cultura significa el arte humano de cultiva la tierra para producir el sustento vital.
Se basa en aprovechar la energía solar que se capta a través de la fotosíntesis como un medio para nutrir los cuerpos.
Hablemos de agrı-cultura como una apuesta, y de la agroecología que puede ser posible en Altavista con nuestro amigo y tejedor comunitario Fauner Alexis Álvarez.
Lugar de origen: Medellín, barrios de la zona nororiental, Manrique, Aranjuez.
Lugar donde vive actualmente: Vereda Buga, Patio Bonito, Sector La Perla.
Organización: Asocomunal Altavista
Altavista: Es la vida. La llevo en el corazón.
Casa: Mi entorno.
Aire-Agua-Tierra-Fuego: Lo vital, lo esencial, lo básico, lo fundamental. El agua es todo.
Memorias
Mi mamá consiguió una casa por la zona de La Perla cuando yo tenía 15 años, y desde ese momento vivo en Altavista.
Mi infancia más bien dura. Un contexto muy difícil, hostil, de violencia. Cuando llegué a Altavista, el territorio estaba en un proceso de recesión entonces fue por un momento tranquilo. Pero luego todo se complicó, y si no hubiéramos tenido el acompañamiento de una ONG como CEDECIS que era la dueña del colegio, mi situación pudo haber sido otra.
Eso me permitió que no me quedara en ese contexto, e incluso parchar con otros jóvenes que también estaban en riesgo, y meternos en otras cosas como el trabajo por la comunidad.
Soy líder, por el colegio CEDEPRO, Centro de Educación Productiva. La filosofía era humanista, fundada por sociólogos, politólogos, que integraron esos saberes al plan educativo, además de la agricultura y la producción pecuaria. En el colegio había gallinas, vacas, caballos, peces. La creación de este colegio se relaciona con la Consejería Presidencial con Maria Emma Mejía. Ahí se gestionó la cesión de un terreno por extinción de dominio a un narcotraficantes, llamado en ese entonces La Finca El Llano.
Todo lo académico era muy bueno, pero también el desarrollo del ser, y para eso integraron algo que se llamaba los proyectos de interés. Estaba por ejemplo el proyecto de transformación de alimentos, nos enseñaban a hacer arequipe, albóndigas de remolacha y zanahoria, chorizos de soya, en fin, un montón de cosas.
Nos íbamos para una manga a leer un libro, a conversar, todo con sentido. Teníamos un momento de formación política, desde una perspectiva crítica. Había un proyecto de política económica. Ahí conocí a los líderes relacionados con el Plan de Desarrollo Local. También a Doña Alba, y el coordinador Jairo Valencia. Y de ahí también nacieron iniciativas como la Corporación Cultural de Altavista.
Altavista es la vida, y la llevo en el corazón. Es un territorio de contradicciones. Muy rico en lo ambiental, en la calidad de las personas, pero muy hostil, me refiero al conflicto, por el abandono del Estado, de la falta de equipamientos públicos, de espacio público y vías. El territorio está en disputa todo el tiempo.
Me levanto desayuno, cocinamos juntos, hacemos la coca, pongo la grabadora a escuchar noticias o música. Miro el paisaje. Luego me voy a trabajar a una empresa que estoy apoyando. Voy a la reunión en la JAC, me reúno con algún líder. También hay momentos de gestión. En la noche más en familia, me pongo a leer, a ver un programa interesante.
Es un asunto preocupante para nosotros y para la ciudad. Desde el 2004 siempre la consigna ha sido que no haya expansión urbana. Siempre ha sido una bandera en términos del territorio. Falta mayor conciencia. Hay cosas que lo superan a uno, las élites económicas. Las ladrilleras y los proyectos mineros están acabando con la quebrada, los árboles. Somos riqueza ambiental y poco a poco lo estamos acabando. A eso súmele la compra de los alimentos, el desequilibrio frente a eso. Es una situación de preocupación.
Afectos
A veces siento impotencia, sobre todo cuando un joven cae en la guerra. A veces esperanza, por ejemplo en el manzanillo, donde uno ve a otros jóvenes trabajando en la semana de la juventud y en lo cultural, y que se nota su amor por el territorio.
Juegos
Caminar, ir a la cascada, la contemplación. Ir a un cerro y mirar todo el paisaje. Ir a jugar futbol. Pero sobre todo caminar.
Estoy muy preocupado por el desarrollo del territorio. Todo el tiempo estoy pensando en posibilidades. Estrategias para construir escenarios deportivos, o espacios botánicos. Cómo incidir más en la ciudad en lo político, en generar cosas propias. Pero también pienso en lo cotidiano, en lo íntimo.
Sueños
Deseo que superemos esta pandemia. Que podamos tener mayor conciencia respecto al territorio, a la ciudad y al país. Ponernos de acuerdo para decidir el futuro colectivo.
Sueño con viajar, estudiar, consolidando asuntos intelectuales. Pero también en consolidar un grupo comunitario, que supere las diferencias, hacer debates, movilizaciones. La gente está cayendo en cuenta de esa necesidad.
COVID-19 Me afectó como me afectó todo el mundo. Con el encierro, la dinámica, la falta del abrazo, el afecto. Todo lo afectivo es muy limitado. El distanciamiento y el aislamiento me mueve mucho. El empleo, nos ha afectado a todos.
Lo que más me gusta en la vida es el baile.
En la Fiesta de Campesinos llego a las 12 del día y hasta las 6:00 de la tarde no suelto parejo. En la casa pongo el bafle a toda y me pongo a bailar con la escoba.
Esa misma alegría se la inyecto a las niñas y niños, lo mejor que tiene un ser es la alegría. La alegría borra todo
Me gustaba estar mucho en la calle, donde estaba la gente. Conversar y jugar con los vecinos. Me di cuenta que eso de estar en la calle era encontrar a otros y encontrarme. Desde que nací soy una mujer de historias